jueves, 5 de julio de 2018

CONFESIONES



Ando buscando aquella noche traviesa y sus retornos de memorias. Esa música disfrazada con cantos de las olas del mar que se depositaba cada noche en el umbral de la cama. Esas caricias esperando ser recogidas por tu huérfano corazón. Esos sueños en la playa que eran el deseo irresistible de coincidir nuevamente.

 Ando buscando ese pajarito del amor que visitaba mi hogar, que volaba a mi alrededor con besos al volar. Esas huellas de tus manos que dejaban caricias en mi piel. Ese fuego de tu mirada que avivaba a mi corazón convertido en cenizas. Ese lenguaje de amor que pronunciaban nuestros labios en cada beso.

Ando buscando el sol que aguardaba en el horizonte en cada encuentro. Esas notas en la almohada con tu perfume. Esas tertulias rodeada del aroma de café que nos envolvía como el primer momento de casualidad esperada. Esas miradas bajo la luna que desnudaban nuestros corazones. Tu párvula boca que me enseñaron a pecar. Tus cantos que endulzaban mis oídos, los mismos que acuden cada madrugada a recordarme que sin sendero el amor se enmudeció.

Pero… una mañana arrancó cada imagen retentiva de aquella pasión, abdiqué de seguir buscando y mi cariño con la aurora se empezó a disipar, se cansó de aguardar esperanzas que nacían muertas al mundo.

La noche etérea envejece con cada luz parpadeante que mi poesía habla de ti, colgando en la última letra escondida el suspiro evocado de tu recuerdo, de ese que aparece en cada ráfaga de mis pensamientos.

Dejaste mi maleta lista para el viaje, creyendo encontrar un alma que sin decir nada me lo diría todo con la mirada, que embriagaba con suave aliento. Soy la misma que fue tuya, que entre líneas escribe los instantes de felicidad que tenían tu nombre.

Encontré una pluma, tomé mi libreta y encontré un lugar para revelar esta confesión. Es como un trago amargo… porque hablamos de amor. Quiero decirte querido residente lejano, que mi amor secreto en el silencio siempre quedará enterrado.

Escribí poesía… y no sabías leerla.
 
Kimberly L. Vilca Flores





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