Es común ver hoy por hoy, a
hermanos venezolanos jóvenes y adultos que bordean entre los (25 y 45 años)
vendiendo algún producto en las calles más transitadas de nuestra ciudad o
subiendo a las combis; seguro que te ha tocado escuchar alguna de sus
historias, sí, esas que están llenas de angustia, rabia, coraje, nostalgia,
pero sobre todo inmersas de esperanza, porque ellos salen de su país, la
mayoría sin sus familiares, rumbo a una tierra desconocida, con el único y
valioso fin de salir adelante, poder conseguir un trabajo formal con el que
puedan sostener económicamente a su familia que se encuentra lejos, y de las
cuales cada uno de ellos se hacen cargo, porque la crisis política, económica y
social que remece a su país de origen los ha obligado a huir hacia tierras
extranjeras en busca de un mejor futuro, ya que su presente es desolador.
Me ha tocado ver las dos caras de
la moneda, de aquellos venezolanos que recién llegan y no tienen nada certero
por el momento más que su propia historia; y de los otros que gracias a Dios
han logrado a base de puro esfuerzo, establecerse con su familia de manera
formal, legal y digna en nuestro país. Siendo
que una tarde al salir del trabajo y encontrándome ya en una combi, rumbo a
casa, sube una joven de aproximadamente 27 años, guapa ella, que cuando empezó
a entablar una conversación con los pasajeros, de inmediato pude distinguir su
acento venezolano. Nos contó que se vio obligada a “huir” de su país, pues su
profesión de periodista la había convertido en enemiga del Chavismo, señalaba que
el medio de prensa en el cual ella trabajó había sido vetado por ese gobierno,
porque Maduro no estaba de acuerdo con aquella “realidad de Venezuela” que se
quería transmitir en señal abierta de televisión a todo su país y al mundo;
pues en Venezuela los tienen acorralados y la libertad de expresión no existe.
Esta joven venezolana vendía unos caramelos, que fueron comprados por la
mayoría de pasajeros acompañados de palabras de aliento para ella, mostrándole
de alguna manera nuestro apoyo.
En tanto, que he podido conocer
más a fondo, porque así Dios lo ha querido, a un amigo al que llamaré Román. Él
es venezolano, de aproximadamente 44
años, hombre trabajador, que radica
junto a su familia, desde el mes de Diciembre del año 2017 en Arequipa.
Román, su esposa, sus dos hijos, el amigo de su hijo y la enamorada del amigo de
su hijo (6 personas en total) salieron de Venezuela en el Mes de Enero del año
2017, 8 días de viaje por tierra, que después de pasar por los países de
Colombia y Ecuador, su destino final fue la ciudad de Lima en Perú. Román
cuando llegó a nuestro país, sabía que tendría que construir una nueva vida
para su familia, así que dejando atrás los momentos tan difíciles que le tocó
pasar en su tierra, se enrumbó a buscar un trabajo. Y es que Román, es
profesional, en Venezuela trabajaba en una fábrica multinacional de fósforos,
es un técnico especializado. Pero debido a las malas decisiones que tomó el gobierno
de Maduro, como es el alza del pago de salario de los trabajadores de la
fábrica, sin que el precio del producto que se elaboraba (fósforos) se viera
incrementado, siendo que los dueños de la fábrica no podían financiar a cuenta
propia el aumento del salario de todos los trabajadores, por lo que llegó el
momento en que cayeron en banca rota. Y estas medidas desesperadas que fueron
tomadas en nuestro hermano país, fueron consecuencia de la hiperinflación que
actualmente bordea a 14 000%; es así que con el reciente anuncio del Gobierno
de volver a elevar el salario mínimo, éste no alcanza ni para comprar un kilo
de pollo, ganando aproximadamente 3 dólares mensuales, por lo que se ve
reflejada la crisis económica por la que atraviesan.
Es así que Román tuvo que iniciar
lavando platos en un restaurante, luego fue vigilante, hasta que obtuvo un
empleo en una fábrica de papel, desempeñando funciones de carpintería, oficio
nuevo para él, pero que sin duda le dio la estabilidad económica y emocional
que necesitaba al igual que su familia. Román tiene algo característico y es su
actitud, su manera de afrontar la vida, y como se lo dije una vez, a la gente
buena le pasan cosas buenas; es por ello que pasando 3 meses en su último
trabajo, Román consiguió una mejor oferta laboral, que implicaría establecerse
en la ciudad de Arequipa, y así lo decidió. Actualmente Román se encuentra más
tranquilo, ya tiene 6 meses en nuestra ciudad, y ha logrado el bienestar de su
familia que es lo más importante, como dice él: “Hay que seguir, vamo a darle”.
Román a diferencia de la muchacha
venezolana que les conté en un inicio, ya cuenta con su Permiso Temporal de
Permanencia (PTP), documento que es emitido por la Superintendencia Nacional de Migraciones, y
que se basa en dos puntos importantes, el primero, que permite acreditar la
situación migratoria regular en el país por el plazo de un año, teniendo en
cuenta que la persona que lo solicita entró al Perú de manera regular,
presentando sus papeles en la frontera con Ecuador; y segundo, MIGRACIONES comunica
al Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo el otorgamiento del permiso, a
efecto que se libere a la persona beneficiaria con el PTP, de restricciones de
carácter laboral. Se debe tener en cuenta que los venezolanos que quieran
acogerse a este beneficio, tienen plazo para poder ingresar a nuestro país
hasta el 31 de diciembre del año 2018. Siendo que el mencionado programa es de
carácter temporal y tendrá vigencia hasta el 30 de junio del año 2019. El
trámite puede demorar hasta 3 meses, por eso es que lamentablemente muchos
venezolanos son explotados laboralmente en nuestro país, debemos ser
conscientes de la difícil situación por la que están pasando, un poco más de
empatía señores.
Sin embargo, surgen muchos
cuestionamientos por parte de la población, ya que se cree que ante la llegada
de 200 mil venezolanos a nuestro país (más del 90% profesionales), nos quitarán
puestos de trabajo que podrían ser ocupados por nuestros compatriotas. Al
respecto, el Ministro de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE) Christian
Sánchez ha expuesto que la situación de los venezolanos en Perú, requiere de
una acción articulada del Sector Trabajo, conjuntamente con otros sectores como
Salud, Relaciones Exteriores, Educación, entre otros. Lo que se quiere es
establecer una política que permita ordenar los flujos migratorios (Política
Nacional Migratoria), y replicar el accionar del país de Canadá que ha sabido
implementar políticas laborales para que la migración vaya de la mano con la
demanda de diversas regiones del país, y no se quede únicamente en las grandes
ciudades o en la capital.
Esta es la realidad de nuestros
hermanos venezolanos, no seamos indiferentes ante la situación tan complicada que les toca atravesar, pues
ninguno de nosotros está libre de que algo similar nos pueda ocurrir en algún
momento. Esa dictadura caerá tarde o temprano, ese tirano, ya no tendrá a quien
más someter, pues lo único que ha conseguido es que el pueblo venezolano esté
decidido a no dejarse vencer, verán renacer Venezuela, esperando pacientes
desde tierras foráneas.
Autora: Stephany Zorrilla Galiano
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